Medicinas alternativas ¿a qué?
Fecha Lunes, 13 mayo a las 08:36:29
Tema Noticias


El profesor Ricardo Borges Jurado, Doctor en Medicina, Catedrático de Farmacología en la Universidad de La Laguna (ULL) y miembro del Aula Cultural de Divulgación Científica, impartirá el 14 de mayo de 2013, martes, a partir de las 19:00 h:m, en el salón de actos del Museo de la Ciencia y el Cosmos de Tenerife (C/ Vía Láctea, s/n, La Laguna), la conferencia titulada “Medicinas alternativas ¿a qué?”, dentro del ciclo “Salud y enfermedad: hechos, cuentos y leyendas”, dirigido al público general con el objetivo de divulgar ciencia y rebatir conceptos pseudocientíficos.

El ciclo de conferencias está organizado por el Aula Cultural de Divulgación Científica de la Universidad de La Laguna en colaboración con el Museo de la Ciencia y el Cosmos.

En relación con su conferencia, el profesor Ricardo Borges Jurado ha escrito lo siguiente:

“La enfermedad, su origen y su curación ha estado ligada a la superstición desde los albores de la humanidad, o incluso antes. En 1900 la esperanza de vida en países como España se cifraba en poco más de cuarenta años, hoy se ha doblado esa edad. No sólo se trata de años: la prevalencia de enfermedades, el acortamiento de su tratamiento y la calidad de vida con que viven los enfermos hoy es indudable.

Las supersticiones han ido evolucionando bajo distintos nombres desde que la especie humana comenzó a expandirse por la Tierra. Incluso, dentro de la Medicina digamos “oficial” siguen existiendo prácticas y asunciones dudosas. Pero la base de la Medicina actual es la ciencia y no el empirismo. Los nuevos fármacos y en general todos los tratamientos acceden al arsenal terapéutico tras rigurosos controles que continúan aplicándose tras la comercialización.



Frente a los hechos científicos demostrados y en continua revisión se alzan disfrazados de “equilibrios, fuerzas esenciales o energías”, toda una suerte de memeces que invocan sabidurías tradicionales, generalmente de China o India. Estos países, curiosamente, sólo han alcanzado niveles sanitarios similares a los nuestros cuando han introducido la Medicina científica en sus sistemas sanitarios. Papanatas de todo género ponen en duda tratamientos como las vacunas, los antibióticos o los glucocorticoides y los colocan por detrás de prácticas pseudocientíficas, es decir: falsas.

El desconocer el origen preciso de una enfermedad, la curación espontánea de otras no es una llamada a la explicación religiosa ni a las fuerzas ocultas. El desconocimiento induce a la ciencia a buscar el conocimiento. En el origen o agravamiento de las enfermedades existen hoy en día asociaciones que permanecen sin explicación científica (el reumatismo con el frío, las corrientes de aire con los resfriados), pero la tiene y hay que buscarla. En el desconocimiento se basan todas las pseudociencias médicas. Para concluir que un tratamiento cura es necesario un estudio muy amplio en pacientes y no la asunción de "mi cuñada se curó". Según desaparecieron (o casi) los hechiceros de las tribus, prevalecen los nuevos hechiceros en el siglo XXI, paradójicamente bien vistos.

La Medicina científica aún no ha encontrado una explicación verosímil para explicar las acciones de todos los fármacos. El ejemplo mejor quizá sean los placebos, cuyo poder terapéutico ha intrigado a varias generaciones de profesionales sanitarios. Pero tiene una explicación real y basada en la aplicación de las leyes de la Física y de la Química con una contribución indiscutible de la Psicología.

La masificación y despersonalización de la sociedad ha llegado también a la Medicina según se ha ido universalizando la atención sanitaria. Resulta difícilmente explicable el por qué puede resultar más efectiva la consulta a un profesional en el ámbito privado que en el público, si la terapéutica resultante es la misma. Ahí intervienen muchos factores y probablemente el principal es el contacto humano.

En ese ambiente han florecido prácticas terapéuticas dudosamente científicas como "de venta solo en farmacias" y las mal denominadas medicinas alternativas (curanderismo, sanadores, acupuntores, homeópatas, naturópatas, osteópatas, etc…). Pero ¡cuidado!, no debe meterse en el mismo saco estas pseudomedicinas con las ayudas terapéuticas bien probadas como la terapia ocupacional o la atención psicológica, fundamentales para hacer frente a enfermedades graves como el cáncer o degenerativas como la esclerosis múltiple.

La efectividad terapéutica de estas prácticas continúa sin estar demostrada tras décadas de utilización. Resulta sin embargo aleccionador que no existan servicios de urgencias homeopáticos, ni que un naturópata difícilmente se atreva con un infarto de miocardio o que un osteópata aborde un tratamiento de aplastamiento vertebral.

En la base pretendidamente científica de alguna de estas prácticas se manejan términos como "sulphur", "psora", "memoria del agua" o "energías positivas", supuestas leyes de la naturaleza que nadie ha encontrado. Seguir llamando agua pura a lo que los homeópatas denominaban como tal en el siglo XIX, hablar de diluciones en alcohol de vino o en azúcar de leche levantaría la hilaridad si no fuese patético. El atribuir una curación (y desdeñar a los pacientes no curados o manifiestamente empeorados) a una práctica "alternativa" es como pensar que la lotería siempre toca si sólo entrevistamos a los ganadores.

La libertad individual me lleva a creer que cada cual puede hacer de su salud y de su dinero lo que le venga en gana. Puede ir a un curandero, comprarse una pulsera magnética, hacerse una carta astral, aplicarse una crema anticelulítica, no beber leche de vaca o acudir a un homeópata. Otra cosa bien distinta es cuando se pretende que estas prácticas las sufraguemos con cargo al erario.

De cualquier manera, y aplicando estrictamente el principio homeopático, debemos saber que en la próxima botella de agua mineral que compremos se encuentran, en diluciones homeopáticamente infinitesimales, todos los tratamientos utilizados desde las primeras prácticas de Hahnemann… y es muy barata. ¡Salud!”

Breve curriculum vitae.

Ricardo Borges (Santa Cruz de Tenerife, 1959). Finalizó sus estudios de Medicina en la Universidad de La Laguna (1982) y de Doctorado en la Universidad de Alicante (1985) en donde fue Profesor Ayudante. Ha desarrollado su labor científica en las citadas universidades además de estancias de larga duración en el King’s College London, y en las universidades de Massachusetts, North Carolina y Autónoma de Madrid. En la actualidad es Catedrático de Farmacología y Jefe de la Unidad de Farmacología de la Facultad de Medicina de La Laguna. Además dirige el laboratorio de Farmacología del Instituto de Bio-Orgánica “Antonio Gnzález”. Ha publicado varias decenas de trabajos científicos en revistas del máximo prestigio internacional (J. Neuroscience, J. Biol. Chemistry, Molecular Pharmacology, Circulation Research, etc…) y es revisor de una veintena de publicaciones científicas y paneles nacionales e internacionales. Ha dirigido varias tesis doctorales y presentado varias patentes. Ha organizado varios congresos científicos y cursos internacionales. Fue el introductor de los Minicongresos para estudiantes en La Laguna. Colabora desde hace años con la divulgación científica y con actividades para el desarrollo del pensamiento crítico. Ha publicado dos novelas y tiene algunos galardones literarios y deportivos. Tras militar en varias agrupaciones musicales (Tuna, AFU, Garoé y Parranda de Cantadores) es miembro en la actualidad de Los Sabandeños. Está casado y tiene dos hijos.

Figura: STOCK.XCHNG. http://www.sxc.hu/photo/607435 . Image ID: 607435

Categoría: Conferencias.

ACDC. 13May2013.







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