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Ovnis y militares, una fábrica de leyendas
 

El 29 de diciembre de 2014 se publicó en el sitio web de divulgación científica “Naukas” (ciencia, escepticismo y humor), el artículo titulado “Ovnis y militares, una fábrica de leyendas”, escrito por Ricardo Campo Pérez y Vicente-Juan Ballester Olmos; el primero es Doctor en Filosofía y miembro del Aula Cultural de Divulgación Científica. Por su gran interés reproducimos el artículo más abajo. Se puede leer en su formato original, con numerosas fotografías y documentos, en ESTE ENLACE

Ovnis y militares, una fábrica de leyendas.

Los autores de este artículo (Vicente-Juan Ballester Olmos y Ricardo Campo Pérez) llevamos décadas investigando el fenómeno ovni, esto es, el conjunto de informes de avistamientos de “objetos volantes no identificados”. Nuestros estudios y las muchas encuestas e indagaciones de casos que hemos realizado nos llevan a la conclusión de que no existe tal fenómeno, al menos no como una manifestación de tecnología extraterrestre.

La investigación de informes ovni es poliédrica y tan diversa en enfoque, método y herramientas como los variados tipos de estímulos, efectos, sucesos y episodios (naturales y artificiales, pero siempre convencionales) que los generan.

Pero este estudio está trufado de inconvenientes y dificultades. Unas son intrínsecas y otras extrínsecas a la naturaleza del fenómeno u objeto observado. Las primeras tienen que ver con nuestra habilidad a la hora de hallar la causa de la confusión o mala interpretación visual. Pero las segundas son más traicioneras porque tienen que ver con la tergiversación de la información, la exageración o deformación de los datos, o incluso con la total invención de las historias, desde la fuente original hasta que llega al investigador.



El presente ensayo cubre una muestra de informes en donde se dan dichas circunstancias. Y versa sobre un tipo específico de observación ovni: aquélla en la que personal militar habría estado pretendidamente implicado en unos sucesos que se han ocultado del conocimiento público. Los últimos años noventa fueron un periodo muy prolífico de información y desinformación ovni en España. Aunque no se vivió ninguna “oleada” como las de los cincuenta, sesenta o setenta, esta década trajo consigo el histórico proceso de la desclasificación de archivos ovni del Ejército del Aire (1-5). Pero, además, supuso la aparición de muchos relatos sobre avistamientos y sucesos extraordinarios con el denominador común de haberse desarrollado en un entorno castrense y haberse silenciado.

Disparos en la playa.


Una de las más esperpénticas historietas que circularon en el mundillo nacional de los ovnis en los años noventa tuvo como protagonistas a un grupo de soldados de reemplazo en Gran Canaria. Los “hechos” ocurrieron en el mes de abril de 1991 y se localizaron en la playa del Diablito, en el municipio de Mogán. El primero en cuchichear en la prensa sobre el caso fue el periodista catalán Josep Guijarro, en una entrevista que publicó en noviembre de 1992 Karma-7, un fanzine de lo misterioso. Pero fue el novelista navarro Juan José Benítez quien lanzó al respecto dos tráileres de una película que nunca llegó a estrenar. En septiembre de 1993 declara a la revista Más Allá, dedicada a lo paranormal: “Uno de los incidentes más impresionantes ha sido el de una alerta militar en Canarias, con detección en radar de un objeto, y que lleva a una patrulla hasta la costa. Estoy tras la confirmación de la salida de varios helicópteros Puma que emprendieron un violento tiroteo contra unos seres que, según los testigos, parecían transparentes. Esta historia, desde luego, no creo que la veamos desclasificada en la vida”.

El 3 de octubre siguiente, en una entrevista del articulista y “contactado” canario Francisco Padrón, publicada en el Diario de Avisos de Santa Cruz de Tenerife, el novelista citado ofrece el segundo tráiler, ahora con más detalles:

“Hubo una alerta porque se había detectado la presencia de un OVNI. Acudió al lugar una patrulla de policía militar con perros y participaron –que yo sepa- dos helicópteros. Se produjo un tiroteo disparándose sobre unos seres que, según los testimonios de los soldados allí presentes con los que he podido hablar, eran “como transparentes”. Las balas no les afectaron. Lo que más le llamó la atención a estos muchachos, componentes de la patrulla, aparte del gran susto de ver aquellos seres, fue la presencia de un oficial, concretamente un capitán, al que nunca habían visto y que, pistola en mano, dirigió el tiroteo con una increíble frialdad, dándoles la impresión de que estaba especialmente adiestrado para este tipo de acciones. Lógicamente, el suceso no transcendió. Los soldados fueron amenazados, seriamente, hasta el punto que, transcurrido el tiempo, después de licenciarse, nos está costando muchísimo trabajo arrancarles las palabras porque, aún, continúan aterrorizados. Les metieron, de manera brutal, el miedo en el cuerpo.”

Tres años después, fue el periodista Bruño Cardeñosa quien resucitó el caso en la edición de febrero de la revista esotérica Año Cero: una noche de abril de 1991, sobre la 1,30 o las 2 de la madrugada, un grupo de soldados de la Base Aérea de Gando que estaban viendo la televisión fueron alertados por un capitán y un sargento que les ordenaron levantarse a fin de cumplir una misión.
Los radares del Escuadrón de Vigilancia Aérea nº 21 (estación ubicada en el Pico de las Nieves, de nombre clave Papayo) habían detectado ecos no identificado al suroeste de la isla. Se trataba de una “acción rápida, embarcando en un helicóptero Super-Puma del SAR (Servicio Aéreo de Rescate) que les llevó a una playa del sur de la isla. Allí, alertados por la presencia de ecos no identificados sobre ese mismo lugar, comenzaron a ver sombras por todos los lados, de dos metros de altura y completamente negras, saliendo de la orilla. A la orden del capitán abrieron fuego, pero las balas no les hacían nada y las sombras, unas diez o quince, desaparecían y volvían a aparecer en otro lado. Así durante 45 minutos”. Según el artículo, basado en un informador llamado José Andrés M.S., los hechos se repitieron dos semanas después.

Unos y otros han repetido esa “información” en distintos medios y no es nuestro propósito dar la retahíla de sitios donde la han colocado de relleno en artículos alimenticios, excepto cuando se aporten nuevos antecedentes. Tampoco nos haremos eco de las elucubraciones, conjeturas y especulaciones de unos y otros, que carecen de base como se verá luego.

Otra revista del ramo, con el acertado título de Enigmas, vuelve a abordar la historieta de la mano de Ángel Briongos y Bruno Cardeñosa, en un especial publicado en julio de 1997. La versión es prácticamente la misma de la nota de 1996, con los añadidos y cambios siguientes:
● Los protagonistas ahora son “policía aérea”.
● Unas extrañas luces en el cielo rodeaban al helicóptero que esperaba estático después de que los “policías-soldados de reemplazo” desembarcaran.
● Cuando se lanzaron bengalas luminosas las sombras desaparecían; llegaron a rodear a una de las sombras, pero no podían disparar por miedo a herirse mutuamente; un perro adiestrado que los militares llevaban en el helicóptero huyó despavorido… José Andrés Masías Soler (en esta información aparece “identificado”) asegura que “todo aquello duró unos 45 minutos y durante media hora estuvimos pegando tiros”.

La historia finaliza trucando los subfusiles Cetme para que no se descubriera que habían sido disparados y con la amenaza de los oficiales de que guardaran silencio en relación con lo vivido, de lo contrario “argumentarían que estábamos locos” (advertencia que parece no haber servido de mucho, porque este informante expuso el relato a todo periodista que tuvo al alcance).

Todo esto le pareció muy extraño a Joan Plana, experto en las implicaciones militares de los asuntos ufológicos nacionales. Entre las cosas que no cuadran para Plana destacan:
- En muchas ocasiones el EVA-21 de Papayo ha detectado ecos desconocidos y no se hizo nada. ¿Por qué en esta ocasión se desplazó al lugar una patrulla en helicóptero?
- ¿Por qué fue un helicóptero con soldados en vez de producirse un scramble normal por parte de un Mirage F-1?
- Este tipo de actuación por parte del Ejército del Aire es totalmente inhabitual. ¿Por qué no se dio aviso a la Guardia Civil y que fuera ésta la encargada de desplazarse al lugar?

Habida cuenta de que los archivos de informes ovni del Ejército del Aire acaecidos entre 1962 y 1995 fueron totalmente liberados a finales de los 90, sin que existiera la menor constancia de este caso, nuestra inmediata presunción es que a los periodistas citados les han colado un gol. Quizá el lector piense que resulta una pérdida de tiempo intentar comprobar si hay algo de verdad en estas asombrosas narraciones. Para nosotros, es cuestión de responsabilidad. Seguidamente resumiremos las varias gestiones realizadas tratando de clarificar la verosimilitud de la historia y aportaremos la documentación resultante.

En el curso de diferentes visitas a la isla grancanaria mostramos las informaciones publicadas a diversas autoridades militares del Aire. Todos y cada uno de los consultados independientemente negaron los hechos. Pero no solo eso: incluso asumiendo que éstos hubieran tenido lugar, la supuesta operación llevada a cabo no tenía ni pies ni cabeza desde el punto de vista táctico y de procedimiento, era irracional y disparatada. Así no habría actuado nunca el Ejército del Aire en una situación similar real.

Preguntamos primeramente a Pedro Arcas, jefe de la Oficina de Relaciones Públicas del Mando Aéreo de Canarias. Después de sonreírse mientras leía la información publicada, nos espetó: “esto es un absurdo”. Y lo que es más importante: confirmó lo que ya sabíamos de otra fuente, que el testigo citado “José Andrés Masías Soler” no realizó el servicio militar en Gando en 1991. Muy similar fue la reacción del coronel Enrique Pina, jefe de la Base Aérea de Gando, con quien nos entrevistamos en marzo de 1996.

Posteriormente realizamos otras consultas por escrito, entre ellas al 802 Escuadrón del Servicio Aéreo de Rescate, cuyo comandante jefe, Ángel Valcárcel, escribió:

“Respecto al testimonio relatado en su día por el joven que cumplía el servicio militar en la Base Aérea de Gando, no procede ningún tipo de comentario por la irracionalidad e inverosimilitud, no del propio fenómeno en sí, que no se entra a valorar, sino por la forma y medios con que se dice actuaron las unidades indicadas. (Ver facsímil).”

Separadamente, también nos comunicamos con la jefatura del Escuadrón de Vigilancia Aérea nº 21, estación de radar que habría registrado la presencia ovni, cuya respuesta no dejaba lugar a dudas: “…en esta Unidad no figuran antecedentes sobre los sucesos que en la citada carta relataba”. (Ver facsímil).

Asimismo nos dirigimos, ya en la Península, a una autoridad de mayor rango y en 1996 procedimos a interpelar al militar que en 1991 era coronel jefe de la Base Aérea de Gando, a la sazón teniente general Alfredo Chamorro Chapinal. En su respuesta, el distinguido general Chamorro (que en su calidad de jefe del Mando Aéreo de Combate llevó a cabo la desclasificación del archivo ovni oficial)nos informaba en estos términos:

“Si alguna patrulla de seguridad hubiera acudido a reconocer la zona, y de ello no se dio conocimiento a la Autoridad Superior, es porque se consideraría que se trataba de algo propio de la actividad normal de vigilancia de las Unidades Aéreas, y sin trascendencia para ser comunicada. Por lo que al SAR respecta, los helicópteros de Canarias no estaban autorizados para misiones reales nocturnas. Resulta de todo ello que, o no existió tal servicio, o tuvo carácter de una actuación sin consecuencias excepcionales. En cualquier caso, parece evidente que no existiría el menor interés de los participantes en ocultar esa supuesta actuación, que probablemente habría merecido una valoración favorable de sus mandos. (Ver facsímil).”

Realizamos la última gestión en una instancia distinta, el Cuartel General del Ejército del Aire (Madrid). La respuesta del comandante jefe de la Oficina de Relaciones Públicas, Luis M. Yagüe Herreros, a quien enviamos copia de las informaciones publicadas, fue breve pero muy significativa: “He leído con atención el artículo que amablemente me remite, es muy ameno y tratado debidamente podría constituir la base de un apasionante guion cinematográfico”. (Ver facsímil).

Todas las consultas evacuadas han confirmado independientemente la inexistencia de los hechos referidos. Y el personaje que los narra no permaneció como soldado en la base aérea de referencia en este abracadabrante episodio. ¿Alguna opción racional a la pura invención? Apenas. ¿Puede haber en todo este cuento de terror una base real consistente, por ejemplo, en una operación de contrabando descubierta por la policía y convenientemente usada como base para el relato? Es muy poco probable, ya que nada se supo de esto en la prensa local, ni les constaba a algunos periodistas de los diarios de Gran Canaria con quienes comentamos el asunto.

Aparte de los contundentes y repetidos desmentidos, usemos la lógica. ¿Es acorde con el sentido común que unos soldados de reemplazo se líen a tiros en una playa de madrugada contra unas sombras que aparecen y desaparecen durante media hora? ¿Nadie oyó los disparos? Una playa pública, la pequeña cala de Taurito o Diablito, donde ya en 1991 había campings durante todo el año y donde abundan los barcos deportivos; en fin, una zona densamente poblada por multitud de turistas donde a la voz de “¡abran fuego!” nuestros aguerridos soldados rasos vacían sus cargadores en todas direcciones, exponiéndose a herir a alguien. ¿Tiene todo esto algún sentido? ¿Qué nos queda? El absurdo, el delirio y la razonable presunción de un testimonio falso, aireado de forma sensacionalista.

Télex apócrifo

En julio de 1994, con el impactantetítulo “OVNIS en España. ¿Qué información ocultan los militares?” y bajo las iniciales M.C., el articulista gallego Manuel Carballal se hacía eco en Año Cerode una carta anónima recibida por Bruno Cardeñosa, frecuente colaborador de las revistas que se ocupan de los ovnis. El misterioso sobre de desconocida procedencia contenía un documento, de aparente factura oficial, un télex consignado confidencial y supuestamente preparado a bordo de la fragata Extremadura (F-75) de la marina de guerra española. Este mensaje fue publicado por Cardeñosa en el número de abril de 1997 de la revista Enigmas, algo recortado y descrito como una “filtración” al autor.

Fechado a las 3,15 horas del 20 de enero de 1991 y dirigido, entre otros, al almirante jefe del Estado Mayor de la Armada, al almirante jefe de la Flota y al almirante jefe del Grupo Alfa (combate), el texto, al que hemos agregado las debidas aclaraciones entre paréntesis y la información faltante, de ser colegida, entre corchetes, decía esto:

“A las 0245Z (hora meridiano Greenwich), los vigías de guardia observan masa de luz roja G[ilegible]…a BV (babor, izquierda del buque). Estimación distancia 4 millas (7,4 km). En radar SPS-52 (radar tridimensional de exploración aérea) aparec[e con]tacto desconocido en rumbo 147 (sudeste) a 6 millas (11,1 km), moviéndose a 50 n[udos] (92,6 km por hora) y a 300 metros altura con rumbo 110 (este-sudeste). No se puede identifica[r]. A las 0252Z (siete minutos más tarde) luz visual y contacto radar desaparecen bruscamente. Situación navegación buque: rumbo 075 (este-nordeste), 12 nudos (22,2 km por hora), 32 millas (59,3 km) al sur de cabo Sacratif (cabo en la costa de la provincia de Granada).
Meteo: viento W (del oeste) 5 nudos (9,3 km por hora), mar rizada, visibilidad 8 millas (14,8 km)…st. (Estratos) cantidad 6 (seis octavos de cielo cubierto).
Navegando a zona asignada encuentro con NAVOCFORMED (fuerza naval de la OTAN en el Mediterráneo). Sin más novedad.
(Ver facsímil).

En un sorprendente artículo (Enigmas, enero de 1997), Manuel Carballal asegura que el informe “incluye códigos confidenciales de identificación militar para el lanzamiento de misiles”. Son cosas del mal asesoramiento, pues nada en las siglas del encabezamiento del (supuestamente verdadero) télex tiene que ver con códigos relacionados con misiles sino con el remitente y los (también supuestos) destinatarios. En el mismo artículo, Carballal relaciona al buque directamente con la Guerra del Golfo. Lamentable error: la misión del buque fue escuetamente participar en la operación Southern Guard de control y vigilancia del tráfico marítimo en el Mediterráneo Oriental, del 21 de enero al 25 de marzo de 1991, para regresar a España días después (6).

Inmediatamente después de conocer el primero de estos artículos, y lejos de aceptar ciegamente lo que leíamos, iniciamos las indagaciones pertinentes. Comunicamos el artículo al Mando Operativo Aéreo (MOA), ya que entonces estaba precisamente ocupado “por mandato del Jefe del Estado Mayor del Aire (JEMA)” en la desclasificación de los archivos ovni del Ejército del Aire, proceso en el que uno de los autores tuvo un papel activo en su inicio y desarrollo (7). La sección de Inteligencia del MOA cuenta con un miembro del ejército de Tierra y otro de la Marina, por lo que se hizo cargo del tema el capitán de fragata Solinis. El 5 de julio de 1994 un telefax del MOA remitiendo fotocopia del artículo citado es dirigido a la Extremadura, buque desde donde presuntamente se vio y detectó el ovni. (Ver facsímil).

La respuesta verbal de los responsables del navío no dejaba lugar a dudas: negativo. Tales hechos, que teóricamente apenas habían sucedido dos años antes, eran desconocidos por sus mandos y por su tripulación, no había ninguna anotación ni de lejos semejante en el cuaderno de bitácora, ni existía parte alguno del presunto incidente. O como nos dijo en román paladino un oficial del MOA, “eso se lo han inventado” (8).

Con la finalidad de aclarar definitivamente el origen del sospechoso teletipo, y disponer de documentación por escrito que lo avalara o refutara, el investigador catalán y experto en temas de Defensa Joan Plana dirigió en abril de 1997 una carta al Jefe del Estado Mayor de la Armada, almirante Juan Romero Caramelo. El 31 de mayo, la respuesta vino en forma de misiva firmada por el jefe de su gabinete, el capitán de navío José Antonio Martínez Sainz-Rozas.

La fehaciente respuesta, basada en el estudio del documento publicado en el número de la revista de abril de 1997, ejemplar adquirido por la Armada al efecto, es terminante: “… se ha analizado detenidamente el documento que se publica y se ha llegado a la conclusión clara de que es falso” (énfasis de los autores). Pero hay más. Se aportan algunas claves que demuestran el carácter espurio del texto, cuando el oficial que escribe en nombre del jefe supremo de la Armada española, dice: “… la mayor parte de las siglas y números [se refiere a la parte superior del télex, antes del mensaje propiamente dicho] están elegidos al azar y no tienen, por tanto, significado alguno. Como le decía, no existe duda alguna de que el documento es falso”. (Ver facsímil).

Deseando profundizar todavía más, a las pocas semanas Plana llamó por teléfono al capitán de navío jefe del gabinete del almirante, quien le comentó, en abierta conversación, que en el mensaje fraudulento habían hallado no menos de diez errores, entre otros, cifras falsas que tienen que ver con la forma de expresión de la fecha y del año en curso, trigramas equivocados (instrucciones para la transmisión de mensajes), términos marinos en desuso “como vigía, en lugar del actual serviola”, sin olvidar que dos de los destinatarios del mensaje eran incorrectos (el COMANDES-41, comandante del Mando de Escoltas/Escuadrilla 41 no es un mando orgánico de la fragata y el AJAL, almirante jefe de Apoyo Logístico no tiene relación alguna con el tipo de asunto tratado).

Es de suponer que el autor de la falsificación estaría familiarizado con la redacción de mensajes de la Armada, ya que su estructura era similar. Bastaría que fuese alguien que había hecho el servicio militar en ese buque, por ejemplo, que en aquellas fechas se hallara aproximadamente en la zona indicada. Se trata, en resumidas cuentas, de un documento rotundamente falso y el episodio que narra es del todo irreal.

Es patético que se dé pábulo a mensajes de ignorada procedencia sin una contrastación seria de los datos. Si se hubieran hecho las comprobaciones que todo estudioso o periodista está obligado a hacer, se habría caído en la cuenta de la falsedad del documento. Creemos que la ufología española está muy necesitada de control de calidad.

F-18 en persecución de una quimera.


En mayo de 1997 la revista Año Cero sorprendía desde los quioscos al desprevenido lector con estos gruesos titulares: “Un OVNI gigantesco pone en jaque a la defensa aérea española. El Ejército exige silencio a los testigos”. Si entonces hubiera existido La Sexta y Twitter esto hubiera ascendido a trending topic. Resumiremos lo que se contaba en un artículo firmado por Bruno Cardeñosa, aunque desde el principio la información puede ponerse en cuarentena porque, en palabras del autor, “nos vemos obligados a modificar algunos datos para que nuestras fuentes no sean identificadas y evitar posibles represalias” (sic). Precaución superflua, por cierto, puesto que en el artículo se ofrecen los suficientes datos como para que los protagonistas fueran rápidamente identificados por la autoridad militar… si ésta tuviese el menor interés en meter unpaquete al originador de la patraña, perdón, de la narración.

Por otro lado, los testigos estaban ya identificados, puesto que, supuestamente, se les había exigido silencio. ¡Cómo les gusta a algunos recrear situaciones dramáticas, propias de novela negra, para realzar lo infumable! A pesar de tan burda contradicción, el responsable de propagar la historia opta por el escenario de unos testigos que siguen “amenazados”.

Siempre según el articulista, a las 2,30 de la madrugada del 30 de noviembre de 1996, los emplazamientos de radar militar EVA-1 y EVA-2 (Escuadrones de Vigilancia Aérea) de Inogés (Zaragoza) y Villatobas (Toledo) detectaron tres ecos anómalos de color rojizo que, unidos por una tenue línea amarilla, formaban un triángulo equilátero. Su posición coincidía con la vertical de la población de Jaca (Huesca) y el tamaño del conjunto era cercano a los 4 kilómetros. En Pegaso, el centro de operaciones del Ala de Alerta y Control que centraliza la información de todos los EVAS, ubicado en la base aérea de Torrejón, se recibe la señal de los dos radares.

Quince minutos más tarde, desde la base aérea de Zaragoza despegan dos cazabombarderos F-18 en misión de interceptación (scramble) de los objetos productores de los misteriosos ecos. Al poco, los pilotos observan tres focos luminosos en el espacio aéreo de Huesca. Los ovnis enfilan velozmente hacia los cazas para desaparecer y, al instante, emerger justamente en su cola. Tras la maniobra, el triple eco se sitúa sobre Bilbao, recorriendo los 180 km que separan Jaca de Bilbao en dos o tres minutos

Los pilotos, según el relato suscrito por Cardeñosa, recibieron órdenes de perseguir las esferas de luz, que continuaban haciendo maniobras inverosímiles. Al llegar a la zona donde se encontraban, éstas volvieron a abalanzarse sobre los aviones de combate para desaparecer en dirección a Jaca y quedar nuevamente estáticas sobre la localidad oscense.

Después de dos horas de vuelo, los cazas se replegaron a su base, desvaneciéndose entonces los ecos de las pantallas del radar. Hasta aquí la historia que, portada aparte, se desplegó en cuatro páginas enteras de la citada revista.

El articulista revela que en marzo había escrito a la Oficina de Relaciones Públicas del Ejército del Aire. En efecto, en un fax fechado el día 13 de marzo de 1997 Cardeñosa citaba un suceso ocurrido en noviembre de 1996 y preguntaba si se desclasificarían los informes “cuando la investigación concluya”, asumiendo, naturalmente, la veracidad de los hechos. Además solicitaba autorización para entrevistarse con el jefe del EVA-1. Se le respondió seis días después lo que es bien sabido acerca de la responsabilidad de las Fuerzas Aéreas en esta materia, a saber, que “el Ejército del Aire no formula declaraciones ni realiza valoraciones sobre los fenómenos OVNI”. No se estimó oportuno la pretendida entrevista al jefe del Escuadrón de Vigilancia Aérea Nº 1, por ser una unidad que tiene asignadas funciones estrictamente técnicas y siendo la ORP la encargada de las relaciones con la prensa.

Como ya es notorio, entre 1992 y 1999 toda la información ovni archivada en el Ejército del Aire dejó de estar clasificaday pasó a estar en el dominio público. En la actualidad, la única responsabilidad del Ejército del Aire consiste en abrir una investigación cuando se denuncie por vías reglamentarias un avistamiento y proceder a la desclasificación de la información una vez finalizada ésta. Aunque la normativa oficial al respecto (IG-40-5) contempla la posibilidad de que la información pueda no desclasificarse por razones de seguridad nacional, por ejemplo, cuantas veces se ha activado esta Instrucción General desde su emisión en 1992 la encuesta oficial ha visto seguidamente la luz, desclasificándose íntegramente.

El 10 de abril de 1997, la Oficina de Relaciones Públicas recibe un segundo fax, ahora del redactor jefe de Año Cero, detallando los datos conocidos del suceso del 30 de noviembre de 1996. Dando su realidad por supuesta, solicita la versión oficial, adelantando ya que “la premura de tiempo me obliga a publicar nuestro reportaje en muy pocos días”. La ORP del EA sí hizo las averiguaciones oportunas antes de responder. La contestación fue explícita y no se anduvo por las ramas. Esto fue lo que se replicó a la revista, bajo el compromiso que supone un membrete oficial:

“Le comunico que el Ejército del Aire ha realizado un estudio para comprobar los hechos ya mencionados, con los siguientes resultados:
En esa fecha no se ordenó ninguna salida de aviones en scramble desde la Base Aérea de Zaragoza.
No consta en los libros de control de ningún Escuadrón de Vigilancia Aérea anotación alguna sobre fenómenos extraños.
Por otra parte, aprovecho la ocasión para comunicarle que la información publicada en el último número de su revista, no se corresponde con ningún dato que obre en poder del Ejército del Aire. (Énfasis de los autores).”

Más claro, agua. Todo lo publicado era un embuste, de principio a fin. Una ficción contada a personas y medios con grandes tragaderas. La revista pasó de puntillas sobre la respuesta oficial. Primero, no le dio una cobertura proporcional a la ficticia narración original (grandes titulares, a todo color). Segundo, apostilló que la respuesta no era original y le parecía una fórmula manida. Es digno de estudio el tipo de lógica que algunos usan cuando recurren a un organismo del Estado. Si éste no responde, es que oculta algún secreto. Pero si contesta y endereza las cosas, o sea, no les dice lo que les interesa oír, entonces es que faltan a la verdad.

El fax de ORP/EA hace mención a un estudio. No es habitual que se use la palabra estudio a la hora de verificar si hay o no conocimiento de un fenómeno ovni. Señal inequívoca de que en esta ocasión se investigó el tema a fondo. Por vez primera vamos a mostrar completala secuencia de consultas internas que llevaron a la tajante respuesta oficial.

16 de abril: el gabinete del Jefe del Estado Mayor del Aire (JEMA) manda unoficio al Mando Aéreo de Combate (MACOM), sucesor del MOA y, por lo tanto, encargado también de los asuntos sobre ovnis, solicitando un informe al respecto del fax de la revista.

21 de abril: el jefe de la 1ª Sección del MACOM, coronel Miguel Lens Astray, solicita al Grupo Central de Mando y Control (GRUCEMAC) que informe.

28 de abril: respuesta del coronel jefe del GRUCEMAC (responsable de Pegaso) al MACOM: Se comunica a V.E. que el pasado día 30 de noviembre de 1996 no se ordenó por parte de esta Unidad ningún SCRAMBLE desde la B.A. de Zaragoza. Por otra parte, tampoco consta en los libros de Control ninguna anotación sobre fenómenos extraños observados por ningún EVA del Sistema de Defensa Aérea.

8 de mayo: oficio del teniente general Jerónimo Domínguez Palacín, jefe del Mando Aéreo de Combate dirigido al Jefe del Estado Mayor del Aire. De cuatro páginasde extensión, después de señalar las averiguaciones (negativas) del GRUCEMAC, califica el artículo como “un cúmulo de imaginación novelesca que ataca directamente la imagen del Ejército del Aire”. En el escrito se manifiesta diáfana una indignación no contenida. Nunca antes, que recordemos, un escrito interno del Ejército del Aire aborda “la posibilidad de plantear algún tipo de querella para evitar que las revistas que escriben sobre estos temas continúen vertiendo falsedades impunemente, provocando en el lector la sensación de ocultismo que atenta contra los intereses de nuestro Ejército, provocando el divorcio entre Sociedad y Ejército”. (Ver facsímiles).

Como es habitual, con el “No obstante, V.E. resolverá” finaliza el escrito del general jefe del MACOM. El JEMA resolvió con el criterio general que impera en la Administración militar española, no entrar en situaciones que alimentan polémicas estériles y que sólo engordan a quienes las provocan.

No pensamos los autores que la revista o sus reporteros hayan inventado nada pero sí que aceptaran, sin mediar filtro crítico alguno, febriles narraciones que no se han verificado. Con el respeto que tenemos a los medios de comunicación, éstos no pueden convertirse en dispensadores de basura informativa. Eso es propio de la prensa amarilla. Y no sirve como excusa que fueron engatusados de buena fe. Las historias increíbles merecen pruebas sobresalientes y no se puede publicar cualquier cosa que le cuentan a uno, especialmente si pone en entredicho a terceros (9).

La patraña navega por internet.

“Joseba, director del Grupo UFO, Apartado 155, 26500 Calahorra, La Rioja, E-Mail: ufo@maptel.es”. Con estas señas de identidad finalizaba una narración que pudimos leer en el verano de 1998 en uno de los innumerables enlaces que pueblan internet con relación a los ovnis (10). La peripecia que se describía llamaba la atención. Suponemos que de eso se trataba. Nos alertó que tuviera varios puntos en común con el fiasco de la fragata Extremadura, al que antes nos referimos. Esto es lo que hallaba el navegante de la red:

“Todo comenzó en 1991, yo por aquel entonces estaba haciendo el servicio militar en la marina, más concretamente en la fragata Andalucía F-72. Recuerdo que estábamos navegando hacia el Golfo Pérsico para hacer el relevo a la fragata Asturias, que había estado allí durante tres meses. En el barco íbamos unas 140 personas, entre oficiales y dotación, y yo hacía los servicios en el C.I.C., que es prácticamente los ojos y los oídos del barco. Estando de guardia con tres compañeros, sobre las tres de la madrugada, en mi pantalla surgió un eco a nivel del agua que no podía identificar claramente, podría ser una ballena, una roca, una lancha o un trozo de madera por lo débil que surgía, pero lo curioso de ello es que estaba apenas a 150 metros del barco, por lo que decidí informar del eco al oficial responsable.
Una vez informado, comprobamos en las pantallas de proximidad y seguía estático en el mismo punto, prácticamente rozaba el agua porque no aparecía en los radares de altitud y sólo se le detectaba con los de proximidad acuática. Viendo esto el oficial, dio parte al puente de mando para que un serviola barriese la zona donde estaba el objeto. Decir que hacía una noche de agosto espléndida con luna llena que iluminaba todo el mar. El serviola informó que teníamos a apenas 150 metros un barco o un submarino, cosa totalmente imposible porque se hubiese detectado en los radares, así que respondimos que se asegurara ya que eso no podía ser. A los escasos minutos, volvió a informar que lo que estaba viendo no podía ser verdad y que subiésemos inmediatamente a cubierta. Picados por la curiosidad, el oficial y yo subimos y allí estaban casi todos los oficiales del barco y la tripulación viendo lo que en un principio me pareció un submarino por la forma y color, pero cuando me asomé por la banda de estribor y me dejaron unos prismáticos observé claramente la forma del objeto y, lo más curioso, no tocaba el agua.
Viendo esto se empezó a especular de lo que podría ser y lo que más convencía era que quizás fuese un dirigible deshinchado, de algún concurso, pero cuando estábamos diciendo esto, el objeto viró sobre nosotros, causando la alarma y armando el barco para la defensa antiaérea, pero sus movimientos eran suaves y no mostraban ninguna amenaza para nosotros en un principio. El objeto, una vez virado, se empezó a elevar suavemente y cuando estaba a unos 200 metros de nuestras cabezas desapareció, simplemente se dejó de ver, cosa también muy extraña, ya que teníamos muy buena visibilidad, pero desapareció. Sacamos evidentemente fotografías e incluso se filmó material que en el momento de llegar a Turquía se requisó para enviarlo a España para su estudio y que por lo que se ve aún lo están estudiando porque no se ha devuelto nada.”

Tal como se leía, daba la impresión que el tal Joseba había sido el testigo ocular. O que alguien le suministró el caso y éste lo circuló por el torrente de internet sin encomendarse ni a Dios ni al diablo. Se quisiera o no, lo cierto es que sirvió como gancho para dar a conocer el grupo local.

Algunos detalles, como decimos, levantaban sospechas. Por ejemplo, la falta de datos espacio-temporales precisos y el pretencioso toque literario que se apreciaba en la declaración. Otros, sin embargo, indicaban que el redactor, al menos, había servido en la Marina. Calculamos enseguida que hubo luna llena el día 25 del mes del incidente, para contrastarlo con la fecha exacta que nos diera el testigo, si llegábamos a saberla.

La verdad es que, como se verá, de no haber sido proactivos, este episodio se guardaría erróneamente en los archivos de los estudiosos españoles como un ejemplo más del encubrimiento de los informes ovni por parte de los ejércitos de nuestro país, uno de los mitos más falaces e injustamente cultivados por la prensa amarilla.

El último día de agosto de 1998 escribimos dos cartas. Una la dirigimos a Joseba Orraca Cadarso, nombre completo del líder del “Grupo UFO”, y la otra al Cuartel General de la Armada. A finales de septiembre, el capitán de navío Juan Carlos Muñoz-Delgado Díaz del Río, a la sazón jefe del gabinete del Almirante Jefe del Estado Mayor de la Armada, tuvo a bien exponernos que, lejos de encontrarse en el mar entre España y Turquía, “todas las navegaciones de la fragata Andalucía en agosto de 1991 se limitaron a unas salidas a la mar entre los días 27 y 31 de agosto para pruebas de equipos en aguas próximas a El Ferrol, permaneciendo el resto del mes atracada en el Arsenal de la citada Base Naval”. El oficial de la Armada, que califica el relato de “invención poco imaginativa”, acaba su misiva lamentando que informaciones como esta hayan hecho perder nuestro tiempo y el suyo. Con toda la razón del mundo. (Ver facsímil).

En cuanto a Joseba, éste se comunicó con nosotros a la mayor brevedad, a través del correo electrónico de la desaparecida Fundación Anomalía, pero por razones que no vienen al caso solo leímos su mensaje a primeros del mes de octubre. Joseba se apresuró a aclararnos, de manera algo confusa, que el suceso no fue real. “Es un documento ficticio que se generó -nos explicó- como prueba de que se pueden construir avistamientos y que los miembros del Grupo UFO investigasen para demostrar si era verdad o mentira. No sé cómo ese documento habrá llegado a la red, pero nos pondremos manos a la obra para descubrirlo y desmentirlo”. (11)

No sabemos si por fin hubo un desmentido en la red. Pero ello merece una amonestación. Distribuir vía internet informaciones fantasiosas es una práctica que desaconsejamos, porque éstas pueden alcanzar una difusión enorme y es difícil erradicarlas con posterioridad. Estamos seguros de que, dentro de unos años, algún catálogo internacional de “casos ovni” consignará este asombroso encuentro cercano marino.

Con motivo de la redacción de este artículo, volvimos a preguntar a J. Orraca. Además de confirmar que “el avistamiento desde la fragata Andalucía fue un ejercicio interno del grupo UFO destinado a los nuevos miembros, con único fin de inducirles a recopilar información que desmintiese o confirmase esos datos” y que “tal incidente se filtró durante la búsqueda de información de los miembros y ya fue desmentido en su día”, en lo tocante al télex de la fragataExtremadura, Orraca afirma: “ni yo ni mi asociación tiene relación alguna”. (12)

El arquetipo de un expediente X: caza persigue ovni 


En junio de 1996, la revista Año Cero inserta una noticia -sin firma- referida a otra intrépida intervención de nuestra aeronáutica militar en persecución de extraños objetos voladores. En síntesis, a las 22,55 horas del 26 de marzo de 1996, cerca de Benazolve (León), el joven Julio Villar observó una luz blanco-amarillenta que se movía en el cielo. “El objeto pasaba del amarillo al anaranjado y tan pronto permanecía suspendido en el mismo sitio como se movía rápidamente de un lado a otro”, declaró el testigo. Veinte minutos después, la luz desapareció, aunque pocos segundos más tarde Villar divisó dos nuevas luces en el cielo que esta vez “identificó como cazas… tanto por sus pilotos de posición como por su velocidad”. El hecho de que el testigo hubiese sido dos años antes cabo primero mecánico “especializado en motores” durante su servicio militar en el Ejército del Aire lo faculta, según el anónimo articulista, para identificar “sin lugar a dudas” lo que vio.

Para confirmar (sic) el avistamiento, la revista “consultó fuentes oficiales que prefieren guardar su anonimato” (situación que parece norma habitual en las publicaciones dedicadas a los misterios). Supuestamente, éstas corroboraron el despegue de dos cazas -preparados para contingencias de alarma radar a causa de la violación del espacio aéreo nacional- desde la base aérea de Zaragoza.

Tras esa lectura, la gestión inmediata fue consultar al Mando Aéreo de Combate. Nuestros contactos en el MACOM interrogaron a Pegaso y, según nos comunicaron vía telefónica, quedaron impuestos de que aquel día no había habido ninguna salida de la defensa aérea activa en interceptación -scramble, cuando los cazas hacen de policía del aire- y que no constaba registro de alarma extraña alguna.

Esto podría haber quedado así. La palabra -en el mejor de los casos- de un supuesto testigo contra la afirmación de los oficiales responsables de los movimientos de la aviación militar española. Al fin y al cabo, no lo tenemos por escrito. Pero, casualidades del destino, en octubre de aquel año un ciudadano preocupado porque “los cielos de España, al igual que otros muchos países, son surcados por objetos volantes no identificados” escribe al presidente del Gobierno. “A.C.” le pide a José María Aznar que “trabaje a favor del levantamiento del Top Secret” que afirma existe en el asunto de los ovnis y le pone como ejemplo el caso de Benazolve, transcribiendo la información de Año Cero y añadiendo, por su cuenta y riesgo, que “el Escuadrón de Vigilancia Aérea de Galicia ha vivido una anormal actividad (sic) en los últimos meses”.

La carta fue trasladada al ministerio de Defensa y de allí fue a recalar -como es lógico- en el MACOM, en donde les tocó la moral. Desde 1992, el Mando Operativo Aéreo (MOA), desde 1996 denominado MACOM, se había empeñado arduamente en desclasificar en su integridad todos los informes ovni custodiados en el Ejército del Aire, a tal fin centralizados en el MOA. Los gestores del MACOM estaban estupefactos de que, cuatro años después de iniciado el proceso de desclasificación y tras haber liberado ya unos setenta expedientes, alguien se descolgara con el dichoso mito del “alto secreto”.

Fueron seis páginas de texto riguroso que contienen una historia resumida de la involucración del EA español en la cuestión ovni desde 1968. Seis folios que destilaban indignación. Ésta fue la respuesta que el 7 de enero de 1997 devuelve el MACOM al gabinete del Jefe del Estado Mayor del Aire, de donde a finales de noviembre se les había solicitado informe que elevar al ministro. Se trataba de algo serio. El oficial responsable de la desclasificación, autor del informe que llevaría la firma del teniente general Domínguez Palacín, volcó allí su malestar hacia la ignorancia del ciudadano “que desconoce el proceso oficial y el rigor que el Ejército del Aire dedica al tema ovni, lo que le induce a obtener conclusiones muy distintas de la realidad, e incluso a emitir juicios de valor que no se ajustan a la verdad”.

Este informe se inicia con los antecedentes históricos de la normativa oficial que se remontan a 1968, pasando por la declaración de materia reservada de la Junta de Jefes de Estado Mayor (JUJEM) en 1979, la nota informativa del 22/5/91 que propició la desclasificación [y que, a su vez, fue motivada por la actuación previa de uno de los autores, VJBO], la notificación del 15/1/92 de que el MOA pasaba a gestionar los asuntos ovni y la eliminación de la clasificación genérica de la JUJEM del 14/3/92.

“Es llamativo -sigue diciendo la nota del MACOM- que el señor C—– no conozca la desclasificación de los expedientes, teniendo en cuenta que desde esa fecha han sido publicados infinidad de artículos en prensa diaria, revistas, libros y programas de TV, con una gran polémica establecida entre los partidarios del proceso de desclasificación en curso y personas contrarias al mismo”.

Tras dejar constancia de que desde septiembre de 1992 los expedientes desclasificados pueden ser consultados por los ciudadanos en la biblioteca del Cuartel General del Ejército del Aire, el escrito puntualiza el incremento de expedientes habidos desde que se recibió la documentación de Seguridad de Vuelo en enero de 1992 hasta la actualidad, “de 55 a 67″ porque “hubo necesidad de reestructurar y desdoblar algún expediente en varios o por haberse desde entonces incoado nuevos expedientes”.

El oficio reseña las gestiones hechas por el MOA “en la búsqueda de información a lo largo del proceso [que no nos resistimos a puntualizar que se debió a la actuación del equipo de investigadores dirigido por V.J. Ballester Olmos], que ha dado lugar a la aparición de documentos que no estaban incluidos en la documentación inicial y que también han sido desclasificados. Esta última particularidad ha vuelto a aumentar hasta un total de 73 el número inicial de expedientes”. (13)

Seguidamente, el informe se vuelca sobre la presunta observación ovni del 26 de marzo de 1996. Y es contundente cuando establece que:

“Realizada la oportuna consulta al GRUCEMAC, se informa que el citado día 26 no se efectuó ningún scramble a aviones del Sistema de Defensa Aérea. Además, los scrambles son dados al avión que está de alarma en 5 minutos o en 15 minutos, por lo que no despegan nunca dos cazas. Asimismo, ningún avión sobrevoló ‘unos segundos después’ de las 22:55 HL la población de Benazolve (León).” (Ver facsímil).

En cuanto una supuesta actividad anormal en Galicia, el oficio señala seguidamente que la actividad del EVA-10, ubicado en Noya (La Coruña) se considera normal y el autor no puede evitar cierto inevitable cinismo al apuntar, “no siendo los avistamientos ovni tema que haya alertado al Servicio de Defensa Aérea”. Para terminar, el MACOM exhibe su desconcierto porque el remitente de la carta muestre tal ignorancia en un tema sobre el que se permite ejercer tan feroz crítica a Defensa y apunta que “el Ejército del Aire ha dado todos los pasos necesarios para que los investigadores y enamorados del tema puedan disponer de los archivos ovni que hasta 1992 se encontraban Clasificados”. Lo prolijo del escrito se explica, no lo olvide el lector, porque hablamos de un informe preparado para conocimiento del ministro de Defensa y, finalmente, del mismísimo presidente del Gobierno español.

Sabemos que cuando el redactor del informe le puso el punto final, se sintió desahogado. Y sabemos lo que pensó. Y también lo que su comandante en jefe le espetó al rubricar el oficio, pero eso debe quedar en el anecdotario reservado de la desclasificación.

Nuestra larga experiencia por los vericuetos de la organización militar, antes y durante el proceso de la desclasificación, nos ha enseñado que las respuestas a los ciudadanos o a los cuerpos políticos van precedidas de detallados dictámenes, análisis y explicaciones. A nuestro juicio, es una lástima que éstos se descafeínen y se rebajen a la hora de responder a los solicitantes, normalmente reconvertidos a formas más políticamente correctas pero perdiendo mucha de la fuerza que tiene originalmente la información interna procedente de las unidades expertas. A saber la diplomática respuesta que recibió el señor “A.C.”

Ovnis en un campo de maniobras.


El Diario de Las Palmas, en su edición de 19 de noviembre de 1996, publicó una caótica página sobre visiones de platillos volantes y naves extraterrestres en las Islas Canarias. El caso central de la información está protagonizado por quince soldados que se encontraban de maniobras en Fuerteventura unos diez días antes, y que vieron unas extrañas luces mientras realizaban ejercicios nocturnos. Se trata de uno de esos relatos donde “luces” no significa solo un aséptico “objeto volante no identificado” sino que, directamente, es sinónimo de “nave”, extraterrestre, por supuesto.

A la autora, Charo Orgaz, la información le llegó a través de Paco Padrón, contactado y creyente en la venida de extraterrestres, lo que no es empezar con demasiado buen pie. Más concretamente, los detalles le fueron transmitidos, a micrófono cerrado, por un locutor que trabajaba en la misma emisora que Padrón, en Tenerife. Ese locutor, por supuesto anónimo, es familiar de uno de los testigos que estaban realizando el servicio militar y realizó las maniobras nocturnas en la isla majorera. Este anónimo familiar de un locutor anónimo compañero de Padrón parece que contó esto:

“Era de noche. Los quince hombres se encontraban al aire libre cuando, de repente, vieron aparecer, junto a la montaña, una luz de color rojo muy fuerte. Todos se quedaron contemplando aquel fenómeno, a la vez que señalaban en alta voz que era un ovni. El testimonio de todos ellos señalaba que aquel objeto extraño se mantuvo durante más de quince minutos y comenzó a realizar una serie de movimientos extraños. Incluso hubo un momento en que les pareció como si la nave se dividiera en dos partes. Unos se quedaron mirando de frente y otros volvieron la cabeza hacia atrás, hacia donde se había desplazado la fracción. Al cuarto de hora más o menos se volvieron a juntar y ésta adquirió la misma forma. Así, lentamente, se fue alejando hasta que desapareció.”

Escribe J. G. González en El Día (Santa Cruz de Tenerife), el 12 de enero de 1997 que entrevistó personalmente a uno de los testigos. Éste le precisó que la observación tuvo lugar la noche del día 5 o del 6 de noviembre del año anterior. El testigo, no identificado, relata que:

“… sobre las 10 y mientras efectuábamos el ejercicio de tiro nocturno, un objeto luminoso de color blanquecino apareció por detrás de las montañas. Se movía lentamente, pero en todas direcciones. Cambiaba de rumbo haciendo maniobras “imposibles”, mientras se desplazaba delante de nosotros en un arco de 180 grados. El objeto, al menos tres veces mayor que Venus, tras efectuar el desplazamiento se quedó estático en el aire y disminuyó su intensidad hasta alcanzar el tamaño de una estrella más. Para entonces los oficiales y suboficiales ya se habían percatado de su presencia y ordenaron a la tropa a través de un megáfono que miraran hacia donde se encontraba el objeto, mientras se repetía la observación. Cuando la primera luz se detuvo apareció una segunda por el mismo lugar, detrás de las montañas, comportándose de la misma forma, con movimiento en todas las direcciones y describiendo la misma trayectoria. Cuando estaba a punto de llegar a la otra luz, retrocedió un poco para después avanzar lentamente. Realmente no sé si se fundió con la otra o desapareció, ya que en ese momento nos llamaron al orden y no pude percatarme de más. Lo extraño es que nadie después hablara del tema. En los días posteriores los comentarios fueron escasos y sólo entre los soldados.”

Este testimonio, al tratarse de una fuente directa, parece más fiable que el aparecido en Diario de Las Palmas. Hay, sin embargo, algunos detalles que los separan: aquí las luces son dos y de color blanco y no una de color rojo; además, no hubo división de las luces y posterior unión, sino las evoluciones de esas dos luces blancas.

¿Se trataba de hechos auténticos? Por nuestra parte, pasamos a consultar a la Capitanía General de Canarias, en Santa Cruz de Tenerife, concretamente a su 5ª Sección, donde no se tenía conocimiento oficial de los mismos. Desde allí nos remitieron al Acuartelamiento de El Cristo, Regimiento Mixto de Artillería nº 93, en La Laguna, Tenerife, donde podían estar destinados algunos de los supuestos testigos. Allí, el teniente coronel Lorenzo Hernández Abad nos informó que durante las maniobras de tiro nocturno se usan unos proyectiles iluminantes que llevan incorporada una bengala con paracaídas. Se hacen estallar a unos 400 o 500 metros de altura y su luz es blanca brillante. Dependiendo de la disponibilidad y características de la prueba, suelen lanzarse de una a cuatro bengalas, formando un triángulo equilátero, rombos o cuadrados, y su objeto, obviamente, es iluminar el blanco sobre el que van a hacer fuego las piezas de artillería. Finalmente, el teniente coronel Hernández Abad nos indicó que estos ejercicios de tiro nocturno con ayuda de bengalas se realizan siempre que salen de maniobras a Fuerteventura, a Las Cañadas del Teide (Tenerife), etc.

En vista de la coincidencia de lugar y descripción de las luces, creemos que es razonable deducir que estas pruebas nocturnas fueron la verdadera causa de la observación del testigo ocular entrevistado por González. Lo publicado en Diario de Las Palmas serían variaciones del mismo tema al pasar por manos fantasiosas.

Epílogo.

Esto es sólo un pequeño muestrario de lo que ha terminado siendo en España cierto tipo de ufología: una suerte de chorroborro. Evidentemente, inventar –unos– y publicar –otros– historias de ovnis acaecidos en el entorno militar tiene morbo. Y aunque sean falsas, sale gratis. Porque así como la naturaleza aborrece el vacío, el mando militar aborrece la polémica y la desmedida voracidad pública, y solo comenta hechos cuando son objetivos.

¿Cuál ha sido la actuación del Ejército del Aire español en lo tocante a los informes de observaciones ovni? Bien podemos establecer un paralelismo con respecto a otros ministerios de Defensa de países occidentales:

1968-1990    La información es Confidencial o Reservada (se ignora la naturaleza del fenómeno).

1990-1999    La información se desclasifica por entero (se constata que ni afecta a la Seguridad Nacional ni su estudio es de competencia militar).

En suma, una actuación prudente, seria y profesional. El rumor malintencionado de que se oculta información ovni a propósito es falso, pura mitología. Los informes ovni que el EA ha guardado desde 1962 fueron desclasificados completamente. Cierto es que hay cosas que se han perdido porque nunca llegaron al lugar de custodia oficial, pero cuanto había registrado ha visto la luz.

Y en cuanto a la investigación civil, alejada de la vertiente comercial: cuando logra dar una explicación a un misterio relacionado con los ovnis, se vierten acusaciones de estar a sueldo de la CIA, de ser un agente desinformador o simplemente de ser un “negativista” (como el que niega los dogmas de la Iglesia es considerado un hereje o ateo). O, terror de los terrores, lo que es peor, un escéptico, que, aunque parezca increíble, ha adquirido una connotación peyorativa en la atmósfera de credulidad que se ha creado en algunos mentideros reaccionarios en torno a las observaciones de objetos volantes no identificados. De forma que lo que podría haber llegado a ser materia para estudio académico se ha reducido, por parte de muchos “ufólogos”, a un mero sostenimiento de creencias. De otro lado, el enfoque racional hace de contrapeso, mediante el análisis y la explicación sistemática de los sucesos.
 
Los autores.


Ricardo Campo Pérez (Santa Cruz de Tenerife, 1965), es doctor en Filosofía por la Universidad de La Laguna y autor de los libros Luces en los cielos (Benchomo, 2003) y Los OVNIs ¡vaya timo! (Laetoli, 2006). Mantiene el blog http://www.mihteriohdelasiensia.blogspot.com.es/ y colabora en la prensa local canaria con artículos sobre pensamiento crítico y divulgación científica.

Vicente-Juan Ballester Olmos (Valencia, 1948), gerente emérito de Seguros y Pensiones de Ford España (1976-2005), estudia el fenómeno ovni desde 1968, es autor de 8 libros y 460 trabajos sobre el tema (http://www.ikaros.org.es/bibliog1.pdf), ha dictado conferencias en Europa y los Estados Unidos y en la actualidad gestiona FOTOCAT, un proyecto de ámbito internacional (http://fotocat.blogspot.com/).

Valencia y Tenerife, diciembre de 2014.

Agradecimientos.

A Joan Plana Crivillén. A Nacho. A Rocky.

Notas y referencias.


(1), V.J, Ballester Olmos, *“Spanish Air Force UFO Files: The Secret´s End”, en MUFON 1993 International UFO Symposium Proceedings, W.H. Andrus & I. Scott (editores), Mutual UFO Network, Inc. (Seguin, Texas), 1993, pp. 127-168. 1993

(2) V.J. Ballester Olmos, “UFO Declassification in Spain”, en UFOs: Examining the Evidence, Mike Wooten (editor), British UFO Research Association Ltd. (Bantley, West Yorkshire), 1995, pp. 51-56. 

(3) V.J. Ballester Olmos, “¡Desclasificación! Archivos OVNI militares al descubierto”, 1997, http://www.ikaros.org.es/desclasificacion.pdf

(4) V.J. Ballester Olmos, “Monitoring Air Force Intelligence”, en MUFON 1997 International UFO Symposium Proceedings, W.H. Andrus & I. Scott (editores), Mutual UFO Network, Inc. (Seguin, Texas), 1997, pp. 139-178.

(5) V.J. Ballester Olmos, “UFO Secrecy and Disclosure in Spain”, en UFOs and Government, M. Swords & R. Powell (editors), Anomalist Books (San Antonio, Texas), 2012, pp. 423-438 and 513-529. http://www.anomalistbooks.com/book.cfm?id=64

(6) Joan Plana Crivillén, “Caso inexistente: divulgadores ineptos”, Papers d’OVNIS, septiembre-octubre de 1997, pp. 12-14. | www.ikaros.org.es/plana.pdf

(7) V.J. Ballester Olmos, Expedientes insólitos, Temas de Hoy (Madrid), 1995.

(8) Reunión personal con el teniente coronel Enrique Rocamora Aniorte, Madrid, 6 de julio de 1994.

(9) En 2005 se seguía manteniendo la autenticidad del suceso, lo cual fue contestado por el investigador Juan Carlos Victorio Uranga en su blog:
http://misteriosdelaire.blogspot.com.es/2013/02/una-historia-increible-de-ovni-gigante.html

(10) El enlace original ya no existe, al haber desaparecido el portal Geocities:
http://www.geocities.com/Area51/Rampart/9780/Relato-Joseba.html

(11) Joseba Orraca a V.J. Ballester Olmos, 5 de septiembre de 1998.

(12) Joseba Orraca a V.J. Ballester Olmos, 4 de diciembre de 2014.

(13) Al final del proceso de desclasificación, el número de expedientes ascendió a 84, con 122 casos distintos y un total de 1.953 páginas.
____________________

Figura: Edificio del Cuartel General del Mando Aéreo de Combate (MACOM). (Foto V.J. Ballester Olmos).

Categoría: Publicaciones Recomendadas.

RCP y VJBO.
ACDC. 12Ene2015.


Enviado el Lunes, 12 enero a las 09:04:00 por divulgacioncientifica (868 lecturas)
 
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