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Los niños de la vacuna
 

El 5 de diciembre se publicó en “Principia”, el suplemento de divulgación científica del periódico “Diario de Avisos” de Santa Cruz de Tenerife, coordinado por Verónica Martín, el artículo titulado “Los niños de la vacuna”, escrito por el Dr. José María Riol Cimas, Profesor Titular de Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad de La Laguna y miembro del Aula Cultural de Divulgación Científica. Por su gran interés lo reproducimos más abajo. Se puede descargar el artículo en su formato original en ESTE ENLACE.

Debido a un problema en la maquetación el artículo se publicó incompleto, por lo que se publicó de nuevo, ahora íntegramente, el día 12 de diciembre de 2013 en el mismo suplemento. El artículo corregido es el que figura en el enlace anterior.

Los niños de la vacuna.

El 30 de noviembre se cumplieron 210 años del comienzo, en 1803, de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, la que ha sido calificada como la más importante aportación española al desarrollo de la salud pública en el mundo.

Sólo siete años antes, en 1796, un joven médico rural inglés llamado Edward Jenner había descubierto que la viruela de las vacas, es decir, la vacuna, protegía frente a la terrible viruela humana. Así, el 14 de mayo inoculó pus de las pústulas de las manos de la ordeñadora Sarah Nelmes, enferma de la viruela vacuna, una enfermedad leve, al niño de ocho años James Phipps. Cuarenta y ocho días después, el 1 de julio, el niño fue inoculado con pus procedente de las pústulas de un enfermo de viruela humana y “tal como yo me había aventurado a predecir, no se produjo efecto alguno. Ahora voy a continuar mis experimentos con redoblado ardor” (Edward Jenner).



Jenner quiso publicar sus resultados en la revista Philosophical Transactions, la prestigiosa publicación de la Royal Society, pero su trabajo no fue aceptado, de modo que decidió editar sus resultados en el libro Investigación acerca de las causas y efectos de la viruela vacuna, cuyos gastos pagó de su bolsillo en el año 1798.

Los resultados obtenidos por Jenner pronto fueron conocidos en toda Europa, si bien contaron desde el primer momento con partidarios y detractores casi a partes iguales. No obstante, bien aconsejado, el rey Carlos IV decidió llevar la vacuna de la viruela “a ambas Américas, y si fuera posible a Filipinas”, y para ello puso al frente de la Real Expedición a Francisco Xavier Balmis, Cirujano de Cámara del rey español. Balmis, con una gran experiencia como cirujano en tierras americanas, había traducido del francés una obra fundamental en aquellos años, el Tratado histórico y práctico de la vacuna, de Jacques-Louis Moreau de la Sarthe.

El viaje se iniciaba el 30 de noviembre de 1803 con la salida de la corbeta “María Pita” del puerto de La Coruña con rumbo a la isla de Tenerife, su primera escala. A bordo viajaban los verdaderos héroes de esta historia, los veintidós niños huérfanos de la Casa de los Expósitos de La Coruña que, a falta de mejores medios de conservación para mantener el virus de la vacuna en condiciones, actuaron como portadores de modo que, como si de una cadena humana se tratara, cada diez días eran inoculados dos de ellos con pus de las pústulas de otros dos, brazo a brazo, consiguiendo así llegar hasta América con la vacuna activa.

La expedición dirigida por Balmis permaneció en Tenerife entre el 9 de diciembre de 1803 y el 6 de enero de 1804, inoculando a muchas personas llegadas desde casi todas las islas, especialmente niños, de modo que “las actuaciones en Canarias fueron experimento del proceder que se habría de seguir en América y Filipinas”, como relata Gonzalo Anes. La colaboración de las autoridades civiles, militares y eclesiásticas de Tenerife fue máxima, algo que no siempre ocurrió en muchas de las ciudades y pueblos de ultramar visitados posteriormente por la expedición.

La siguiente escala la hicieron en la isla de Puerto Rico, y más tarde en Venezuela. Allí decidió Balmis que, para duplicar la eficacia de la expedición, era necesario dividirla en dos grupos. Uno, dirigido por él mismo, y el otro por el subdirector de la expedición, el cirujano militar José Salvany y Lleopart.

El de Balmis recorrió Cuba y México, partiendo luego hacia Filipinas y China, donde vacunó en Macao y Cantón. Balmis regresó a España en agosto de 1806, dando la vuelta al mundo y poniendo fin con éxito a una expedición que impulsó uno de los reyes más nefastos que ha tenido España… pero no en este asunto.

Para el grupo de Balmis la expedición tuvo una duración de tres años, pero para el de Salvany fue más del doble de tiempo. Su grupo recorrió la costa oeste suramericana, vacunando en Cartagena de Indias, Medellín, Quito, Lima y La Paz, y en diversas ciudades y pueblos próximos y no tan próximos. La maltrecha salud de Salvany fue empeorando hasta que murió en Cochabamba en 1810, con poco más de treinta años. Manuel Julián Grajales, ayudante de Salvany, se encargó de llevar la vacuna desde Lima hasta el Estrecho de Magallanes, pasando por Valparaíso y Santiago.

Esta historia real, pero casi novelesca, ha dado lugar a que varios autores hayan escrito recientemente algunas novelas tomando como base la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna. Estas son algunas: Para salvar el mundo (Julia Álvarez, 2007), Ángeles custodios (Almudena de Arteaga, 2010), Los hijos del cielo (Luis Miguel Ariza, 2010) y Los héroes olvidados (Antonio Villanueva Edo, 2011). Véase http://www.divulgacioncientifica.org/

También se han publicado sobre este asunto diversos ensayos, de los que citaré sólo algunos: …Y llegó la vida (Enrique Alfonso, 1950), El barco de la viruela. La escala de Balmis en Tenerife (Víctor García Nieto, 2004) y La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna en las Islas Canarias (Gonzalo Anes y Álvarez de Castrillón, 2008).

Categoría: Publicaciones Recomendadas.

José María Riol Cimas.
ACDC. 09Dic2013.


Enviado el Lunes, 09 diciembre a las 08:40:34 por divulgacioncientifica (1185 lecturas)
 
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