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El día 6 de marzo de 2015 se cumplen 350 años de la aparición del primer número de la primera revista científica de la historia: “Philosophical Transactions”, la publicación que surgió en el seno de The Royal Society of London for Improving Natural Knowledge (Sociedad Real de Londres para el Avance de la Ciencia Natural). La Royal Society, una de las primeras academias científicas, fue fundada en Londres al calor de la Revolución Científica, la que tuvo lugar entre los siglos XVI y XVII dando lugar al nacimiento de la ciencia moderna.
En 1662, la Sociedad fue autorizada para comenzar a publicar textos por el rey Carlos II de Inglaterra y así, el día 6 de marzo de 1665, vio la luz “Philosophical Transactions”, publicada gracias sobre todo al empeño del Secretario de la Institución, Henry Oldenburg, que decidió imprimir y divulgar las cartas de los miembros y corresponsales en las que se notificaban descubrimientos. Antoni van Leeuwenhoek, el descubridor de las bacterias, los glóbulos de la sangre y los protozoos, envió a lo largo de su dilatada vida trescientas setenta y cinco cartas.
La publicación comenzaba su andadura con la intención de informar a los miembros de la Sociedad y a cualquier lector interesado acerca de los últimos descubrimientos científicos. Con “Philosophical Transactions” se establecían los principios de prioridad científica y revisión por pares que, desde entonces, han sido seguidos por el resto de las publicaciones científicas periódicas.
En 1886, dado el notable incremento de la producción científica mundial, se hizo necesario dividir la revista en dos partes: “Philosophical Transactions A”, dedicada a las ciencias físicas, y “Philosophical Transactions B”, dedicada a las ciencias de la vida.
La aparición de las publicaciones científicas periódicas representó un hito en el proceso de institucionalización de la ciencia, como también lo fue la aparición de las academias científicas, en cuyo seno surgieron. En relación con lo anterior, John Ziman (1925-2005), el que fuera gran especialista en física de materia condensada así como en la dimensión social de la ciencia, en su indispensable obra “La fuerza del conocimiento” señala lo siguiente: “Debemos más a las academias científicas por esta innovación (las revistas científicas) que por todas sus otras actividades juntas”.
Si hay una academia científica que puede considerarse como paradigma de las creadas en el siglo XVII esa es, sin duda, la Royal Society, la academia que dio a la luz la primera publicación científica periódica. En 1662 el rey Carlos II funda The Royal Society of London for Improving Natural Knowledge (Sociedad Real de Londres para el Avance de la Ciencia Natural), con sede en Londres y teniendo como primer presidente al matemático Lord Brouncker. Aunque esta institución no surgía simplemente como consecuencia de una licencia real: era el reconocimiento formal de una organización que funcionaba desde diecisiete años atrás.
Desde la terminación de la guerra civil, en el Londres de 1645, algunos filósofos experimentales, bajo la dirección del obispo John Wilkins, se agruparon en lo que sería conocido como Colegio Invisible. A partir de 1646 se instalarían en Oxford donde, entre otros, se les unirían Christopher Wren, Robert Boyle y Robert Hooke. Sería éste el núcleo sobre el que, unos años más tarde, el 28 de Noviembre de 1660, se organizaría la Royal Society, una sociedad financiada exclusivamente por sus miembros, sin apoyo económico alguno de la corona, ni siquiera después de la carta fundacional de 1662, de manera que su escasez de recursos les condujo a la asociación con el Gresham College, la institución londinense para la enseñanza de la nueva Ciencia, creada por Sir Thomas Gresham casi un siglo atrás y en cuyos salones se reunían.
Categoría: Publicaciones recomendadas.
José María Riol Cimas.
06Mar2015.
Enviado el Viernes, 06 marzo a las 09:10:51 por divulgacioncientifica (1211 lecturas)
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